Testimonio 2
Prácticamente desde que nací, manifesté una característica que toda mi familia comentaba, la de ser muy caprichosa. Lloraba sin razón hasta dormirme y más tarde, frente a cualquier frustración tenia rabietas y podía tirarme al suelo en plena calle. Por ser la primera hija, nieta y sobrina, crecí con mucha atención y creyendo que quien me amara haría lo que yo quería.
Cuando nacieron mis hermanos, se me dijo que yo tenia que ser el ejemplo, esto me gusto porque yo sabia portarme bien y me creía muy buena. En el colegio y en la casa se me enseño de Dios a través de una religión y esto me gustaba mucho porque realmente quería ser tan buena como una santa.
Al crecer mis hermanos, especialmente mi hermano menor, comencé a ver que mis papas hacían diferencias, a el le dejaban hacer cosas que a mi no. Entonces, comencé a criticar a mis papas, mas a mi mama, lo cual me alejo mucho de ella al punto de que no me recuerdo diciéndole te quiero, ni a ella haciéndome cariño, y pense que o no lo querían a el, o no me querían a mi, fue así como determine que era a mi a la que no querían, y si lo hacían era porque tenían que hacerlo y no porque yo fueran especial.
Mis ganas por ser buena me hicieron muy religiosa, cumplí con todo lo que mi religión me decía, pero al llegar a mi casa solo había peleas, envidia, rencor y critica con mis hermanos, pero yo los culpaba a ellos. Como no me sentía amada, comencé a buscar en fiestas, grupos y amigos a quien me amara incondicionalmente. Esta búsqueda me llevo a alejarme de mi familia y a no valorar lo que tenia, linda familia, viajes, cosas, amigos, igual me sentía sola.
Dios continuamente se me olvidaba, y eso me asustaba porque yo ya sabia que no era buena, temía irme lejos de Dios al morir, así es que rezaba todas las noches, tratando de tener presente a Dios, pero nada cambiaba.
Para los 18 años, esta búsqueda me había llevado a transgredir muchas normas que yo misma me había puesto, decía muchas malas palabras incluso frente a mi papa, tenia vicios, y no podía ni quería estar en mi casa, pero lo peor era que había comenzado a mentir, lo hacia para evitar dar explicaciones de mis actos o paradero. Pensaba que mi buena conducta y notas justificaban mi libertad. Era una persona insatisfecha y deshonesta y muchas veces había deseado comenzar todo de nuevo, pero volvía a cometer los mismos errores.
Un día, la mejor amiga de mi mama se sentó a contarnos como Dios estaba cambiando su vida. Abrió la Biblia y me mostró que Dios decía que yo había pecado, yo sabia que sí, había tratado de ser buena, pero no podía. Dios decía que ese pecado me estaba llevando al infierno y que yo tenia que arrepentirme, él quería hacer un borrón y cuenta nueva, y eso fue maravilloso escucharlo, porque yo también lo quería. Me impacto entender que Jesús en la cruz había tenido mi nombre en su mente, que Él había muerto por la Jenny y quería vivir en mi corazón, y acompañarme todos los días. Ese día, 11 de octubre de 1992, en una oración le pedí a Jesús que entrara a mi corazón, que se olvidara de mis pecados. Fue precioso saberme perdonada y segura de ir al cielo.
Se me dijo que leyera la Biblia y ese fue el primer milagro en mi vida, porque por no entenderla, yo no creía en ella. comencé no solo a entenderla, sino a amar a Jesús y querer ser como Él. Dios me dio amor por la Biblia y no he dejado de leerla. En ella he encontrado promesas maravillosas.
Dios permitió un tiempo en el que entendí que Él no es una religión sino vida, Él quería hacerme completamente feliz y fue así como un día le pedí que lo hiciera, entendí con un versículo que dice que no se puede servir a dos señores y amarlos a ambos, que yo tenia que optar, y le dije que optaba por El. Aprendí que para ser feliz había que obedecer.
A los pocos meses comencé a estudiar la Biblia y ya son 7 años haciéndolo. Él estudiarla paso a ser una gran bendición para mí, para conocer mas a Dios, y para poder compartirlo con otros.
Dios limpio mi mente, saco las malas palabras y vicios, puso satisfacción y seguridad. El saco la mentira de mi vida y me dio la relación que siempre quise con mis padres, me enseño a amarlos, respetarlos, y obedecerles, ahora puedo acariciar a mi mama, y que mi vida sea un libro abierto para ellos. Con mis hermanos todo cambio, Dios saco el rencor y puso amor, respeto y amistad, ellos son de mis mejores amigos y los admiro. Hoy puedo ver a mi familia vivir para Jesús, pasando por problemas de donde Dios nos ha sacado mas unidos y más cerca de Él.
Dios me dio la oportunidad de terminar una carrera, donde no solo aprendí carácter, sino que pude hablar de Jesús a compañeros y profesores. Me dio la oportunidad de compartir estudios de la Biblia, viajes, amigos que oran por mi. Me ha guiado siempre a los mejores lugares y me ha ayudado a tomar las mejores decisiones.
Dios ha cumplido su promesa de hacerme feliz cada día, y como ÉL me ha dado tanto, al pensar en casarme, decidí confiar en que El tenia lo mejor y que yo no tenia que buscar. Decidí no pololear y así Dios me pudo guiar a, Arturo, y bendecir cada cosa hasta ahora. Mi deseo es seguir caminando en el plan que Dios tienen para mí, amar a Dios y a Arturo cada día mas, amar las almas y seguir compartiendo que la salvación es un regalo para todos. Gracias a Dios, hace 8 encontré al que me ama incondicionalmente, a Jesús.